DE CERO A MONSTRUO EN SOLO UNA ADICCIÓN
“La droga lo primero que hace en ti es romperte los valores y la dignidad, para que de ahí puedas cometer mentiras, faltas de respeto, para que puedas robar, para que seas capaz de cometer atrocidades incluso a las personas que amas.”
MOISES MONTES
11/20/20252 min read


La historia de un adicto comienza con un instante que parece inofensivo: un escape, un silencio, un respiro en medio de una realidad que pesa demasiado. Pero lo que empieza siendo un refugio termina siendo una condena.
La droga no entra en la vida como un ladrón que arrebata todo de golpe, sino como un invitado silencioso que primero te convence, luego te domina y finalmente te destruye.
Poco a poco, casi imperceptiblemente, el alma comienza a desmoronarse.
Primero se pierde la capacidad de escucharse a uno mismo, luego la voluntad… finalmente, la conciencia.
No se trata solo de hacer cosas que antes jamás habrías hecho. Se trata de convertirte en alguien que antes jamás habrías sido.
La caída emocional y moral
Según el psicólogo Carl Rogers, “la incongruencia entre lo que soy y lo que hago es el origen más profundo del sufrimiento personal”. Y en la adicción esa incongruencia se vuelve total.
Un día eras hijo, padre, pareja, amigo, soñador.
Al siguiente, solo eres alguien desesperado por una dosis más..
Los valores dejan de ser principios y se convierten en obstáculos.
La dignidad se vuelve una palabra ajena.
La vergüenza deja de doler, porque la urgencia mata cualquier reflexión.
Ya no importan los límites, ya no importan los demás.
Solo existe la necesidad. Esa búsqueda incontrolable que te toma por completo.
“La Droga te invalida para validarte.”
Te incapacita, te destruye, te reduce… pero al mismo tiempo te hace sentir que la necesitas para seguir existiendo.
Una paradoja que se convierte en el centro de la vida.
El nacimiento del monstruo
El monstruo no aparece de golpe.
Nace con la primera mentira, con la primera falta de respeto, con el primer daño causado a alguien que te quiere.
La psicóloga estadounidense Judith Herman señala que “la adicción progresiva deteriora la capacidad de elección hasta reducir a la persona a una existencia guiada exclusivamente por la necesidad”.
Esto es lo que sucede:
la elección desaparece,
la humanidad se diluye,
y el instinto se impone.
Cada recaída añade una capa más:
del egoísmo,
de la desesperación,
del vacío.
Y un día, frente al espejo, una revelación cruel:
los ojos ya no muestran vida,
la voz no reconoce su propia verdad,
y el corazón late sin sentido.
Entonces la frase se vuelve realidad:
“El adicto se vuelve un ser despreciable, un ser carente de valor absoluto.”
No porque lo sea como persona, sino porque la droga ha devorado todo lo que lo hacía humano.
Pero detrás del monstruo, siempre hubo una persona
Este recorrido no se escribe para juzgar, sino para comprender.
Porque detrás del monstruo siempre hubo alguien que ya estaba roto cuando la droga llegó.
Alguien con una herida, con una necesidad, con un vacío que nadie vio.
La adicción no solo transforma al individuo…transforma al entorno, a la familia, a la sociedad.
Y el mayor error que podemos cometer es juzgar al monstruo sin preguntarnos quién nació primero:
el dolor o la droga.
Nadie elige convertirse en lo que llega a ser al final.
El camino de regreso es duro, largo y lleno de cicatrices.
Pero así como la adicción destruye,
la conciencia, el acompañamiento y la recuperación
pueden reconstruir.
Porque el monstruo es solo una etapa, no una condena eterna.
Y mientras haya vida, siempre hay camino de regreso.
“Yo mataré monstros por ti”.
MOISES MONTES
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El decidir contactarnos es sin duda un acto de conciencia. Empieza a practicarla en la búsqueda de tu verdad. Te escucharemos sin juzgar, ten la seguridad que entendemos por lo que estas pasando.
